Claudia Ancieta

Gabo malhumorado




Eran las 9 de la mañana y un periodista novato está sentado en el lobby de un hotel esperando a un hombre que siempre está ocupado.
Le comunican que Gabriel García Márquez no se encuentra pero el novato sabía que su presa aun estaba ahí.

Ya eran las once y media cuando salió cual estrella del ascensor, sin mirar a los lados, camina directo a la puerta, va con un saco negro, debajo un suéter deportivo y unos lentes oscuros. Por fin se detuvo, ahí estaba Garcia Marquez en Nueva York, un dia de otoño con sol resplandeciente y un frio que podía congelarte.

De pronto armado de valor se acerca el novato lo saluda y le dice que lo estaba buscando para una entrevista

- ¿Para qué me quiere hacer una entrevista? No entienden que la entrevista tiene sentido sólo cuando el entrevistado tiene algo que decir. Y yo no tengo nada que decir. Es mejor que no pierda su tiempo conmigo.
A los editores – elevando su dedo índice– mándelos a la mierda. –dijo Garcia Márquez buscando su limusina.

Al parecer García Márquez tiene alguna manía con su reloj, lo había dejado en la habitación y esto parecia ser un gran problema. Le dijo al novato que tenia una cita y que ya había olvidado su reloj. ¿Usted conoce el significado de la palabra ocupado? Yo soy una persona ocupada aclaro Garcia Marquez.

Gabo regreso horas después y le brindo la entrevista, pero no fue tan fácil, parecía un niño engreído, un viejo que camina con aires de grandeza, escapando de quienes lo admiran. Pero sabemos que nadie ni nada es perfecto, hay que reconocer que es el Tarantino del arte de la redacción.

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